Para nuestra primera intervención en este blog hemos elegido la historia que podéis leer a continuación, realizada por la alumna de 2ºA: Lucía Martínez Sánchez. En ella se muestra una parte de las relaciones de pareja que a menudo permanece oculta, pero que es, desgraciadamente, muy frecuente en todos los niveles de nuestra sociedad.
¡¡ FELIZ DÍA A TODAS!!
La realidad que no quería ver.
Álvaro era el marido perfecto, el que me sacaba cada día una sonrisa, el que me cuidaba si en algún momento me encontraba mal, esa persona detallista que me sorprendía sin que me lo esperase, en el que podías confiar al contarle algún problema o situación bastante embarazosa, el que me ayudaba en todo lo que pudiese y el que estaba a mi lado en todo momento.
El día 18 de septiembre era mi 30 cumpleaños que celebraba después de casada, tenía como tradición irme de fiesta y pasármelo en grande con mis amigas. Pero a Álvaro no le terminaba de convencer la idea, por lo que me propuso irnos de fin de semana, los dos solos, a una casa rural en la sierra. Por una parte, no me parecía mala idea, pero no quería perder esa costumbre de una noche de fiesta con mis amigas, además les desilusionaría mucho que no pasase ese día con ellas, ya que hacía muchísimo tiempo que no nos veíamos.
Por costumbre, un domingo nos juntábamos en casa de mis padres y al siguiente en casa de los suyos, con sus familiares. Pero un día comenzó a poner excusas los días que tocaba reunirnos con mi familia, como que necesitaba descansar el fin de semana, que se encontraba mal y no podía ir o que quería prepararme algo especial para comer.
Empecé a sospechar de estas situaciones de aislamiento, cuando quedé embarazada de mi primer hijo, ya que me proponía constantemente, y en ocasiones de forma insistente, que dejase mi puesto de trabajo para hacerme cargo del cuidado y la educación del niño.
Me sentí agobiada y presionada psicológicamente por mi marido, me estaba dando cuenta de que me estaba apartando de mi entorno, tanto familiar como amistades y compañeros de trabajo. Después de reflexionar sobre todo esto, me negué ante la propuesta de dejar mi trabajo, pero fue peor, tras una larga discusión en la que me gritaba de forma inhumana, me levantó la mano varias veces y no respetaba mis opiniones, me traqueteó durante unos minutos y me golpeó brutalmente. Acabé aterrorizada y no podía reconocer al Álvaro que en su día había conocido como aquel chico simpático y cariñoso conmigo.
Mentí a mi familia y a mí misma diciendo que me había golpeado con una puerta, pensando que no volvería a pasar, pero no fue así, esta situación se repitió en varias ocasiones más.
A pesar de todo, lo seguía queriendo y no lo quería perder, pero mis familiares y amigos me insistieron, hasta el punto de hacerme ver la realidad y por lo que estaba pasando.
Al final, decidí denunciar y acabar con esta pesadilla que, al igual que otras mujeres maltratadas, creo que no me merecía.
1 comentario:
Bienvenidas a esta bitácora. La espera ha merecido la pena.
Esperamos mucho de vosotras.
Publicar un comentario